jueves, 20 de septiembre de 2012

El aguante


En el discurso por cadena nacional número 12, la Presidenta anunció un sistema informático para almacenar datos biométricos.

"un elemento que realmente lo hicimos con un software hecho con recurso del Estado, donde precisamente vamos a necesitar la colaboración activa de todos los dirigentes de los diferentes clubes para que suministren precisamente los datos de aquellas personas a las cuales no se pueda permitir el acceso".

Este sistema busca aportar más tecnología al derecho de admisión que desde hace un tiempo se volvió la fórmula mágica para combatir la violencia, casi siempre después de algún hecho resonante,  para mostrar que se toma acción, y cuando el tema se diluye en la opinión pública todos vuelven a las canchas. Si, como dice Cristina, queda a criterio de la dirigencia de los clubes suministrar los datos para determinar quienes entran y quienes no entran a las canchas, los barras no van a quedar afuera, porque existe una relación simbiótica entre barras bravas y dirigentes de clubes.

"yo no quiero hablar de barras bravas, porque soy hija de una hincha fanática [...] fui esposa de un fanático de Racing y soy madre de un hincha fanático", aclara la presidenta en su discurso.

El libro Crónicas del Aguante de Pablo Alabarces cuenta que el término "barra brava" apareció por primera vez en los medios en 1967, cuando un adolescente de Racing de 15 años ingresó por error a la tribuna de Huracan, fue golpeado por un grupo de hinchas locales y asesinado por saltos en el pecho de parte del líder de la hinchada de Parque Patricios. Sobre ese hecho menciona que "un grupo de caracterizados hinchas locales está enojado por el robo de una bandera por parte de los visitantes". Voy a volver a eso más adelante.

En general se usa el término para denominar a un grupo de hinchas con nexos económicos con el club, protección política y que suelen recurrir a la violencia para sostener su poder, como ocurrió menos de un mes después de aquellas palabras, cuándo se enfrentaron dos facciones de la barra de Boca. Sus conexiones posiblemente les aseguren seguir entrando a las canchas, pero incluso si se aplicara en algún caso, no significaría el fin de las barras mientras sigan siendo utilizados por los políticos, tal vez únicamente un cambio de nombres en quienes las manejan.  El líder actual de la barra de Boca es Mauro Martin, que tomó el control de la 12 cuando Di Zeo, el anterior líder fue preso. Recientemente se enfrentaron a balazos. Di Zeo había reemplazado a Jose Barrita alias “El Abuelo”, después de dos muertes en una emboscada. Y “El Abuelo”, sucedió a Quique el carnicero, según cuenta Wikipedia: ”En una reunión como tantas otras, mientras la Barra Brava organizaba un viaje al interior del país, José Barrita sacó de entre sus ropas un revólver calibre 38, apuntó al entrecejo de Quique el hasta entonces Jefe de la Barra Brava de Boca y le comunicó que a partir de esa noche él sería quién diera las ordenes." Los nombres cambiaron, pero no los métodos.

La Presidenta mencionaba en su discurso que le llamaba la atención que se la vincule a las barras a ella, pero "otros dirigentes políticos que han tenido una actuación en clubes importantísimos tampoco le dicen nada y es raro, que deben ser amigos de un barra brava, de algún muchacho de ahi, deben tener amistades tal vez non sanctas". Al principio de su discurso se resistía a hablar de "barras bravas", pero hacia el final le perdió el miedo a etiquetar, reconoció su existencia y sugiere que tenerlos de amigos es, al menos, sospechoso.

Suponemos que su insinuación se refería a Macri, un abonado a los palitos nacionales, aunque el uso del plural "otros dirigentes", se podría pensar que tal vez se haya acordado del Senador "Bonete" Fernández, Presidente de Quilmes, y nombrado varias veces como líder de la barra brava del club. O quizás Luis Barrionuevo, de conocidos vínculos con la barra de Chacarita. En el libro de Alabarces se listan 17 casos notorios de vínculos entre las barras y el poder político recogidos en distintos medios. Algunos más recientes, que pueden agregarse son:

  • Rafael Di Zeo, el anterior líder de la 12, declaró haber trabajado para el kirchnerismo en las elecciones de 2011 

  • Matías Goñi, barra de Ríver, reconoció en un reportaje que responde a Guillermo Moreno 

  • En las tribunas de las canchas de River y Almirante Brown se vieron banderas con la, ya clásica, leyenda “Clarin Miente” 

  • En el estadio único de La Plata, durante la Copa América, apareció una enorme bandera promocionando la fórmula Francisco De Narvaez-Mónica López 

  • Cristian Favale, acusado de disparar y matar a Mariano Ferreyra, es barra de Defensa y Justicia, y actuaba como rompehuelgas de Unión Ferroviaria.


Podría argumentarse que es legítima la expresión política de los hinchas, y sin duda lo es, pero sería un engaño en estos casos. La colaboración de los barras con los políticos no implica compromiso con las ideas del dirigente en cuestión, no es una expresión de militancia, las barras pueden apoyar a más de un dirigente al mismo tiempo o apoyar sucesivamente a quienes estén. Pero además, son trabajos que se pagan. Es importante resaltarlo, porque rasgarse las vestiduras hablando de la violencia, de que los clubes prohíban la entrada a los violentos, cuando se utilizan sus servicios para colgar banderas en estadios, colaborando en logística y seguridad en actos políticos u ofreciendo su red para apoyo territorial a punteros o actuar como fiscales en elecciones es un acto de hipocresía enorme. Esta colaboración con dirigentes políticos, asegura su supervivencia.

Pero lo fundamental para entender porque el sistema presentado es escaso para resolver el problema, es que la violencia no es exclusividad de este grupo, y la Presidenta lo refleja con algunos ejemplos ilustrativos durante su discurso:

La primera historia de la Presidenta es de cuando era chica, fue a la cancha acompañando a su madre y su tía. Resulta que la madre recibió un insulto de otro hincha en la tribuna, y la tía respondió con un paraguazo. Siguió contando que en el 86, en un Boca-Racing (que realmente fue en el 87), Nestor Kirchner, Máximo y la madre de Cristina salían eufóricos de la cancha, después de ver a Racing ganar 6-0. Parece que mientras compraban un muñeco alguien detecta que tenían plata, los siguieron e intentaron asaltar, y se defendieron a los golpes, salvando el muñeco de Racing. Sigue un episodio en los 90, cuando fueron a ver a Racing en la cancha de River, y a la salida la policía libero la zona para una emboscada. Y concluye con la historia de un anónimo profesor universitario, que estaba por arrojar una piedra, sino fuera porque un alumno lo vió.

Con estos relatos pretendía mostrarnos que la violencia existía de antes, que no deberíamos escuchar a los que quieren hacernos creer que es obra de ella: “últimamente se ha recargado mucho todo el tema de la violencia en el fútbol, de los barrabravas y de las hinchadas. Primero, yo creo en algunos casos, no en todo, por supuesto, con una clara intencionalidad política. Yo creo que es como si de repente aparecieron delincuentes”.

Antes en su discurso había querido evitar las implicaciones del término “barra brava”, pero en seguida dejó de lado los pruritos y se despachó con un “delincuentes”. La violencia en el fútbol no es nueva, es cierto: el primer capítulo del libro hace un repaso de las muertes relacionadas con en el fútbol, que comienza en 1924, cuando un uruguayo fue asesinado de un disparo por un simpatizante argentino en Montevideo después de un partido, y escapó, posiblemente con complicidades varias. En el sitio de la ONG Salvemos al Fútbol se menciona un caso anterior, de 1922. El fútbol se organizó a el país a finales del siglo 19, los hechos de violencia alrededor del fútbol viene casi de los inicios, pero creció a partir de la década de 1980.

Casi al comienzo de su discurso también destacó que existen "intereses de poner una situación como si fuera inédita y nueva en la República Argentina" y más adelante "yo tengo memoria y no nos tomen por tontos a los argentinos".

Vimos recién que no es una situación nueva, y tampoco es inédita: el sitio web de la ONG Salvemos al fútbol registra 271 víctimas relacionadas con el fútbol. Sin embargo no se ve que se esté recargando el tema exageradamente, como sostiene Cristina. Al contrario, siendo que en los primeros 6 meses de este año hubo 11 víctimas fatales, creo que faltó ocuparse del asunto. Pero es un clásico cuándo hay algo malo que comunicar, deslizar que son inventos u operaciones de los medios malos, que la militancia llama “la corpo”, y la presidenta más elegantemente “la cadena nacional del desánimo”.

De las 271 muertes, 96 ocurrieron antes de 1975, y en su mayoría se debieron a derrumbes y avalanchas en los estadios. En adelante las muertes por defectos de infraestructura bajarían. Sin embargo, esa disminución parece más ligada a la buena suerte que a obras y mejoras. De hecho, salvo por el estadio único de La Plata, los estadios son los mismos desde el Mundial 78, y no se hizo casi nada para mejorar la integridad y comodidad de los espectadores. En Inglaterra como parte del plan para reducir la violencia en el fútbol se mejoraron los estadios, basado en la hipótesis que “condiciones más civilizadas, podrían finalmente producir comportamientos más civilizados”. En Argentina el enfoque a la seguridad pasa por el control y la vigilancia (security en inglés), más que en prevención de accidentes (safety).

A partir de la dictadura crecieron las muertes en enfrentamientos con la policía y entre hinchadas. El 5 de Enero de 1983 fue asesinado Raúl Servín Martínez, y Alabarces sostiene que este hecho marca el inicio de los enfrentamientos por poder entre barras que se daría en adelante con mayor frecuencia. La 12 armó una emboscada a la barra de Quilmes, en represalia porque el líder la barra de Quilmes, Carlos Alberto de Godoy alias "el Negro Thomson" había dejado afuera a los de Boca del selecto grupo de hinchas para viajar al mundial de España el año anterior. Entre los donantes para la causa estaba Amalia Lacroze de Fortabat, por ejemplo.

En 2010, hinchadas de distintos clubes se organizaron en Hinchadas Unidas Argentinas viajaron en el avión con la delegación argentina. Hinchadas Unidas Argentinas contaba con el auspicio del Gobierno Nacional, y sus banderas llevaban la imagen de un pingüino y una K sobre una V.

Volviendo a 1983, la emboscada salió mal, y, al grito de "aguante Quilmes" es asesinado Martinez de Boca por hinchas de Quilmes desde un auto. También se menciona que es de las primeras apariciones públicas de la palabra “aguante” en ese sentido, que marcaría la cultura del fútbol. El líder de la barra de Quilmes fue capturado por la Policía Federal porque lo protegía la Bonaerense, además del intendente de Quilmes, que era además presidente del club y medios locales. Por su parte "El Abuelo" tenía el apoyo del dirigente sindical peronista Lorenzo Miguel y del radical Carlos Bello. Godoy fue liberado al año siguiente.

Uno de los barras de Hinchadas Unidas Argentinas, era Pablo “bebote” Alvarez, de Independiente, que tuvo enfrentamientos públicos con el presidente del club Javier Cantero, que parece el Quiijote, sin Sancho, combatiendo en soledad contra los molinos de viento. Públicamente Hugo Moyano y su hijo Pablo, hinchas del club, defendieron a Bebote, y exigieron que Cantero se “ponga a trabajar”.

El asesinato de Martínez tiene varios ingredientes que se harían comunes en los hechos de violencia futuros, barras con apoyo político y de los clubes, complicidad policial, enfrentamientos por poder económico, armas de fuego, y el "aguante", condimentando con romanticismo el negocio.

De las 163 muertes ocurridas desde la recuperación de la democracia, 18 fueron durante la presidencia de Alfonsín, 67 durante la de Carlos Ménem, 11 en los dos años de gobierno de De la Rúa, 10 mientras Duhalde estaba en el poder y 17 durante la presidencia de Nestor Kirchner. Hasta 1975 el promedio era de menos de dos muertes por año y subió a 6 por año a partir de 1989.

En los 5 años que lleva Cristina Fernández como Presidenta murieron 40 personas, así que al margen de una mayor o menor intencionalidad política en la forma de informarlo, los datos fríos muestran un lamentable promedio 8 muertes en el fútbol por año, que es mayor al de sus antecesores. En los primeros 6 meses de este año hubo 11 víctimas, una tendencia que debería llevar al menos a reflexionar en las causas e intentar buscar soluciones, en lugar de recurrir a la gastada excusa de las operaciones mediáticas y el derecho de admisión. La presidente hizo el clásico hincapié en el manejo de los medios, intentando minimizar un problema grave, que excede a “unos delincuentes”, como los llamó.

Acompañando este anuncio estaba Julio Grondona, Presidente de la AFA desde 1979. Durante su gestión la violencia fue siempre en aumento, y 170 de las 271 muertes registradas ocurrieron en su largo mandato, sin que pareciera inmutarse demasiado.

Cristina ya no es la niña que observa a su tía dar un paraguazo, es la Presidenta y entonces sus palabras cobran otro sentido. Todos esos ejemplos que dio la Presidenta, dan una imagen de la violencia como algo cotidiano, masivo (como el caso de las pedradas), a veces legítimo, y hasta festejado. El paraguazo de la tía en respuesta a la agresión verbal de un grosero hincha generó "una carcajada tremenda en la hinchada". Las patadas a los asaltantes les permitieron recuperar el muñeco de Racing. Ojo, tal vez en esas situaciones actuaría de la misma manera, pero es importante quien lo dice, y en que situación. No es un hincha común, es la presidente en cadena nacional, anunciando medidas que pretenden combatir la violencia, al tiempo que la festeja y destaca a los barras “Esto también lo quiero dejar muy claro porque yo también quiero hacer un homenaje a las hinchadas argentinas, a los fanáticos de todos los partidos. Miren el cantito que me hicieron.” Los cantos suelen ser agresivos, violentos, racistas, discriminadores y xenófobos.

Justifica la violencia a situaciones triviales: "Lo que tenemos que lograr es que los referís cobren bien, siempre uno tiene una mirada sesgada cuando es hincha, pero a veces yo no entiendo nada y cuando me explican y veo observo que hay cada bombeada que no se puede creer. Y la verdad que cuando hay bombeada la gente se indigna y hasta el más pintado, el más educado por ahí se manda un macanón". Una joyita de frase. Si se acepta la subjetividad de la mirada del hincha, y se tolera un “macanón”, cobrar un penal puede significar un botellazo de un lado, y no cobrarlo puede significar un piedrazo del otro. Eso no ayuda al trabajo del árbitro, que puede equivocarse. Aceptar el “macanón” es darle una trascendencia al fútbol que tal vez no debería tener, pero posiblemente sea útil para sostener el negocio.

Las barras manejan plata, que proviene de: cobrar estacionamiento y la venta de gorros, banderas y remeras alrededor de los estadios en días de partidos y recitales, reventa de entradas, aportes de jugadores, y otros negocios. Cuanto más grande es el club más son los que viven de ser barras bravas, aunque incluso en los clubes grandes son unos pocos. Por eso la violencia en el fútbol no puede entenderse únicamente como responsabilidad de los barras. Pueden ser hinchas comunes, pocos, como en las historias familiares, o muchos, como en la historia de las pedradas y la emboscada.

Crónicas del aguante en el capítulo 2 trata la violencia en Inglaterra y como la resolvieron. Armstrong, un investigador Inglés citado en el libro concluye:
"La violencia [...] se explicaba como resultado de la manera en que los seguidores disfrutaban el juego. Y porque eso, además, llevaba a transformar la oposición simbólica en confrontaciones físicas reales. Si la humillación simbólica del otro es el principal objetivo, esto se desplazaba rápidamente a la pelea concreta"

Bien podría aplicar al caso Argentino, donde el aguante de las hinchadas es un valor cada vez más destacado, en los cantos y las palabras de los propios hinchas, en los periodistas y hasta en varios pasajes del discurso Presidencial, "realmente hacer justicia con miles y miles de gentes (sic) que tienen una pasión que los ha convertido en un verdadero icono de la Argentina. Ustedes saben que hay tours que van específicamente a las canchas [...] entran con los trapos, es toda una mística, llevar los trapos, defenderlos". Robar una bandera es un trofeo de guerra que se exhibe en la tribuna, como ofensa a la hinchada rival, y por eso se defiende con el cuerpo y, llegado el caso, botellas, piedras o cuchillos. Habíamos citado al inicio también el caso del chico de Racing, asesinado por los hinchas de Huracán, enojados por robo de un trapo. Seguramente a la Presidenta no le contaron de ese episodio, aunque declara a continuación "como verán estoy informad al respecto". El hecho de destacar la mística de la guerra por las banderas es bastante cuestionable, en un discurso plagado de frases cuestionables. Tan cuestionable que ni Anibal Fernandez o Abal Medina, dos abonados a desentrañar lo inexplicable. Pero nadie quiso quedar pegado.

La frase con la que cierra su discurso es un himno a la cultura del aguante:
"La verdad, para terminar, que yo no entiendo mucho de fútbol y no me gusta el fútbol, pero cuando iba a la cancha porque me llevaban o cuando lo iba a acompañar a Néstor, ¿yo saben qué miraba?, las tribunas, porque lo que más me maravillaba eran las tribunas. Esos tipos parados en la paraavalanchas con las banderas que los cruzan así, arengando…Son una maravilla porque vos los ves realmente y después conozco a algunos, a ser si veo a alguno de Boca que conozco, no hoy no vino, pero hay uno de Boca que conozco, que ocupó una importante posición en el Estado nacional, no lo voy a decir, que es impecable y en los actos políticos, sobre todo cuando era más joven, ahora ya no tanto, ahora es más serio, pero en la cancha colgado de la paraavalancha y con la bandera, nunca mirando el partido, porque no miran el partido, arengan y arengan y arengan, la verdad mi respeto para todos ellos. Porque la verdad que sentir pasión por algo, sentir pasión por un club, es también, ¿sabés qué?, estar vivo. Los que no tienen pasión por nada, la verdad, que yo siempre desconfío de los que no tienen pasión por nada. Por algo hay que tener pasión, por la política, por el fútbol, por la literatura, por la educación, por la ciencia, por lo qué fuera. Pero esa gente que todo “se gual”, a mí personalmente no me gusta; a mí me gusta mucho la gente pasional."


El hecho de que los jugadores cambien frecuentemente de club, y hasta los sponsors modifiquen las camisetas, explica en parte porque se da tanto valor a las hinchadas. El aguante es una construcción también incentivada a través de los medios: Hasta hace poco, se veían más las entradas de los hinchas y las tribunas que los goles, los hinchas pasaron a ser protagonistas, existía un programa llamado "el aguante: destinado a destacar a los hinchas modelos, al relator del pueblo, antes realizador de fútbol de primera, le encanta decir "a ganar o morir". De su boca es solamente una frase, pero le da una trascendencia a ganar que tal vez no debería, y de alguna manera al ser un comunicador, legitima una práctica demasiado frecuente que es que los barras aparezcan en las concentraciones para amenazar a los jugadores con ganar, o escriban amenazas alrededor del estadio ("hay balas para todos", pasó con Instituto de Córdoba el año pasado).

Hablaba Armstrong de como se pasa de la humillación simbólica  al confrontación física, y escuchamos el ejemplo de la tía de Cristina, pero hay muchos más. Los cantos de los que hablaba Cristina, suelen ser agresivos, racistas y discriminatorios. Cantar “los vamos a prender fuego” puede quedarse en al amenaza, o puede concretarse. Cuándo River descendió, hubo incendios y destrozos en el estadio y en el barrio de Nuñez, en este caso, por los propios hinchas desencantados y decepcionados porque el equipo de sus amores había descendido. Los incidentes fueron capturados por cámaras de televisión de casi todos los canales (La TV Pública repetía un partido de Las Leonas). Las consecuencias de los incendios y destrozos en el estadio y alrededores fue fechas de suspensión del estadio Monumental...

Ese hecho además de mostrar a la violencia como algo que excede a los barras y que está muchas veces motivado en una cultura que sobredimensiona un resultado, muestra que la violencia puede ocurrir fuera de los estadios. La violencia no es solo un negocio para los barras: Todos los fines de semana se pagan los operativos de seguridad en los estadios y desde 1997 se obligó a los clubes a instalar sistemas de vigilancia de audio y video en los estadios, y hubo denuncias de corrupción por los contratos. De las 11 víctimas fatales que registra Salvemos al Fútbol en 2012, únicamente el de Gonzalo Saucedo ocurrió en una tribuna, y dificilmente pueda considerarse como un éxito de los sistemas de vigilancia. Incluso los incidentes mencionados en el descenso de River fueron registrados, sin mayores consecuencias.

Quiero citar las coincidencias que encontré entre las palabras de Jose Barrita que recoge el libro de Alabarces intercalando entre sus palabras algunos pasajes del discursos presidencial, algunas ya citadas en el resto del texto y otras no,que conjugan ideas similares a las sostenidas por El Abuelo..

Niegan a las barras, y hablan de hinchas:
"Para mi la palabra justa es la hinchada... las hinchadas, No es hablar de las barras bravas"
"Yo no quiero hablar de barrabravas, porque soy hija de una hincha, fanática, como es mi vieja [...] fui esposa de un fanático también de Racing y soy madre de un hincha fanático"

Mencionan oscuros intereses al hablar de barras:
“Ese es un mote creado por los malos periodistas. Con esa expresión ceban a las mentes, las llevan hacia otro lado, las llevan a decir barra brava. [...] Después acá apareció esa figura, pero para el folclore del fútbol barra brava es la hinchada.”
“Yo quiero hablar solamente desde el corazón y desprovista de todos los intereses espurios que muchas veces se mezclan en estas cosas, entremezclado con la política”

Destacan el romanticismo del hincha:
“Porque las hinchadas del fútbol son pasión, entrega, amor a la camiseta. Esto es como dijo Discépolo: 'un club sin hinchada, es un club sin alma...'.”
“en la cancha colgado de la paraavalancha y con la bandera, nunca mirando el partido, porque no miran el partido, arengan y arengan y arengan, la verdad mi respeto para todos ellos. Porque la verdad que sentir pasión por algo, sentir pasión por un club, es también, ¿sabés qué?, estar vivo. Los que no tienen pasión por nada, la verdad, que yo siempre desconfío de los que no tienen pasión por nada”.

Y sus cantos:
“Y lo más importante es eso de ponerle música al estadio, bombos, cánticos. Prohíben los bombos sin percibir que justamente los bombos le ponen música al estadio..."
“Miren el cantito que me hicieron. Todos esos que están ahí van todos al fútbol, seguro, porque el cantito que hacen en dos minutos  en relación a una cosa que tiene lugar en ese momento, no premeditada y que ha caracterizado al fútbol argentino casi como una atracción turística.”


Hay mensajes confusos, por un lado se presenta un nuevo sistema de vigilancia, como antes fueron los sistemas de audio y video en los estadios, tal vez más sofisticado, mientras se exalta a los muchachos parados en el para avalanchas. Quiero creer que la frase le salió producto de la desinformación, y no de una complicidad explícita con los barras bravas, aunque hay sobradas evidencias de la conexión entre política y barras, sea por acciones directas o por inacción. El hecho de que los clásicos soldados defensores de lo indefendible (Anibal o Abal Medina, por ejemplo) no hayan intentado explicar que quiso decir muestran que nadie quiso quedar pegado en esas frases "desafortunadas" (me quedo corto con el eufemismo tal vez).

El sistema permite almacenar datos biométricos (facciones, huellas digitales, iris, etc.) de todos los argentinos, e identificar más precisamente quienes estén en las listas de exclusión. Los sistemas de video fueron una intromisión en la privacidad y un negociado con nulo impacto en reducir la violencia, porque no resolvieron sus causas de origen: el aguante sigo más vivo que nunca, y es elogiado desde el poder político y el periodismo deportivo; los estadios siguen siendo lugares incómodos y peligrosos; los negocios de las barras bravas y sus conexiones políticas siguen vivas.

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